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Prólogo

La cosa fue así: Dana (Botti) y JuanFra (Lopez Bubica) me convocaron en mayo de 2019 a coordinar una clínica de obras teatrales con autorxs de San Juan con el objetivo de dar a conocer esas nuevas voces en un libro que sabría reunirlxs. Se solicitaría una beca para sostener la actividad y se haría una convocatoria pública para poder elegir a lxs participantes. Dana y JuanFra serían, en su calidad de organizadores, lxs encargados de elegir a lxs participantes del taller. Si todo esto salía como ellxs deseaban, yo viajaría una vez al mes para llevar adelante durante el tiempo que fuera necesario la clínica. 

 

Y todo salió como se había planeado: el apoyo fue conseguido, la convocatoria fue un éxito y permitió armar un grupo sólido de autorxs y el año 2019 pasó volando. Así que quedamos en que mi primer viaje sería a comienzos del 2020: y así fue. 

 

El 6 de marzo de 2020 bien temprano por la mañana llego al Aeropuerto de San Juan y JuanFra me pasa a buscar para llevarme al hotel, descansar un rato para luego ir a almorzar con Dana (los tres), dormir una siesta y luego oficiar el primer encuentro de la clínica. Que fue más o menos así: hablamos de los ocho materiales (que habíamos leído previamente), sondeamos y analizamos los textos para poder dar con ese espacio - que toda creación incipiente tiene - desde donde el material puede crecer y de esta forma entregarle a lxs autorxs un espacio desde donde pudieran trabajar hasta nuestro próximo encuentro. El entusiasmo se percibía en el aire: nos asomábamos a esos ocho universos profundamente diversos y empezábamos a navegar cada una de esas aguas: mansas, caudalosas, aceleradas, morosas: materia líquida los textos en busca de su cauce. Aquella misma tarde tomé el avión de regreso a Buenos Aires. Un día poderoso y, lo sabríamos un tiempo más tarde, digno de ser recordado.

 

Dos semanas más tarde nos hundíamos en la más impensada de las pesadillas: se dicta el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en todo el país frente a la presencia del coronavirus. 

 

A partir de ese día (19 de marzo de 2020) volvimos a aprender la manera de estar juntxs. Todo fue aprendizaje. Sabíamos que nuestra actividad quedaba bloqueada, que el teatro desaparecería del horizonte y nuestras prácticas entrarían en una suerte de letargo similar al de la Bella Durmiente, herido su dedo con el veneno del sueño. Pero no había (y hoy tampoco hay) príncipe en el horizonte que nos despierte del maleficio. Dormidos para el resto permanecimos insomnes y continuamos la tarea: ya no tomé aviones, ni descansé en hoteles, ni almorcé comida riquísima con Dana y JuanFra, ni me tiré un rato a dormir una siesta antes de que pasara JuanFra con su auto para llevarme al Museo donde nos encontramos para llevar adelante la clínica (¡una sola vez!): nada de eso sucedió. Nunca más. 

 

Nos encontramos, sí, a lo largo de este año interminable que aún pareciera no haber empezado (y ya termina) a través de nuestras pantallas: teléfonos, computadoras, tablets varias veces: las necesarias para poner a punto los textos, pulirlos, compartirlos, entenderlos, apoyarlos, mirarlos del derecho y del revés, leerlos, volverlos a leer, abollarlos, alisarlos: así hasta esta publicación que hoy es nuestra y es de todxs. 

 

Mientras el mundo dormía nosotrxs construimos nuevos sueños para compartir en el futuro. Mientras el mundo creía que la actividad artística se silenciaba, nosotrxs, en la soledad de nuestros espejos negros construíamos esto que ahora ustedes leerán cuando yo deje de escribir. 

 

Milito fervientemente por el carácter imprescindible del arte. Aquellxs que no murieron o enfermaron o enloquecieron se sostuvieron en estos tiempos (que aún siguen vigentes, la amenaza es constante y nuestra fuerza debe redoblarse) por los oficios del arte: una película, un libro, una ficción lxs sostuvieron en estos tiempos oscuros, muy oscuros. Y si eso no es esencial - palabra que el sistema utilizó y seguirá utilizando para marcar sus prioridades y sus necesidades afines a quienes manejan el mundo – que alguien me explique qué es. Esta publicación que hoy les presentamos tiene en sí misma el germen del cambio, la semilla de la resistencia, la prepotencia del trabajo. 

 

Estamos despiertos. Muy despiertos.

 

El progreso no existe: es un invento del sistema para hacernos creer que lo mejor está por venir. Y eso no llega nunca. Por eso hoy, aquí y ahora hagamos de la esperanza un principio activo: no ya ese preciado tesoro al final del arco iris sino lo que hay de futuro en el presente: pensar el futuro hoy y activarlo, obrar en el presente lo que imaginamos futuro. 

 

Volver a despertar. Una vez más: así: con la fascinación del nuevo día: escribiendo, pensando, siendo esto que sabemos ser para salvar el mundo.


 

Alejandro Tantanian.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires,

6 de diciembre, En el año de la peste.

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